Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

29.4.20

Insomnio


Se suele asociar la poesía de Dámaso Alonso, sobre todo su poemario más conocido, Hijos de la ira, al horror de la Guerra Civil y a las penurias de la posguerra. [...] Un libro del pasado que servía para expresar lo que la gente sentía en una época pasada. Sería improbable que Dámaso Alonso escribiera ese mismo libro hoy en día. Escribiría, seguramente, una obra bastante más dura. Vivimos en un mundo mucho más deshumanizado que el del año 1944, cuando Hijos de la ira estremeció a los lectores de poesía. Vivimos (o sobrevivimos) en un infierno tibio poblado por monstruos más feroces que aquellos que aparecen en Hijos de la ira, y a los alumnos que contemplan aburridos la foto en blanco y negro de Dámaso Alonso habría que ponerlos sobre aviso.

Leed Insomnio, el poema total que abarca una sola página, leed la pregunta del maestro: «Por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo»; y pensad lo siguiente: más de 70 años después somos siete u ocho mil millones los habitantes de esta esfera, de los cuales casi mil millones (según el informe Global Monitoring Report) viven en condición de extrema pobreza o, lo que es lo mismo, son poco menos que cadáveres que respiran. Ya no es una metáfora, ahora es real. ¿No sois la generación del multitasking? Pues leed El último Caín con un ojo puesto en el vídeo de Youtube del ataque con gas sarín en Siria de abril de 2017; desmenuzad Mujer con alcuza frente a las imágenes de las colas de refugiados que no saben hacia qué se acercan, pero sí de lo que intentan alejarse.

Al leer Hijos de la ira uno tiene la sensación de que Dámaso Alonso no pudo más y reventó. Lo que pocos anticipaban es que después reventaría el mundo. «Yo soy el orujo exprimido en el año de la mala cosecha», dice el poeta. ¿Pero cuáles han sido los años de buena cosecha? El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) estima que la mitad de la fauna del mundo ha desaparecido desde 1970. La mitad. («Nunca más, nunca más, / nunca más. / Pero, tú, ¿por qué tiemblas? / Los huesos no se yerguen: calladamente acusan»). El cambio climático, impensable a mediados del siglo pasado, parece una broma pesada que algún dios menor le ha gastado a los existencialistas. Tomad, dos tazas. Y luego dos más. («Hombre, / cárabo de tu angustia, / agüero de tus días / estériles, ¿qué aúllas, can, qué gimes? / ¿Se te ha perdido el amo? / No: se ha muerto»).

[...] los nuevos tiempos (que no son más que los viejos tiempos con nuevas amenazas) obligan a invocar la poesía, hoy más que nunca, para acabar con los supervillanos que dominan el discurso e inoculan las mentes con palabras pobres y ponzoñosas. Ha llegado el momento de centrarse en los jóvenes, de que los nietos y los bisnietos de la ira lean a un poeta que habla de lo que está ocurriendo ahora, que cuenta lo que ocurrirá mañana si no hacemos algo para evitar empeorar las cosas, su nombre es Dámaso Alonso, nació hace ya mucho tiempo y no ha muerto todavía.

(Ben Clark, “Los nietos y bisnietos de la ira”)
Fuente: https://lab.elmundo.es/generacion-del-27/damaso-alonso.html (27/04/2020) 

'INSOMNIO'
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelco y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir el huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

En la voz del poeta (Dámaso Alonso, Hijos de la Ira)

Para saber más de Dámaso Alonso y La Generacióndel 27



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