“La espiral de
pánico es peligrosa”
“La libertad hay que aprenderla, no es algo que siempre se sepa. No es un
valor absoluto. Esto es lo que nos demuestra la pandemia de una manera brutal:
que la gente es muy capaz de decir no a la libertad. Yo no pensé que, en
nuestra época, la gente dijera con tanta facilidad no a la libertad en nombre
de la seguridad. Eso me asusta mucho”. (Géraldine Schwarz, El País, 06/04/2020)
“Las cosas como son”
Si el arte, la música, la poesía, las historias han ocupado un lugar de
primacía en todas las sociedades humanas, [...] es porque han cumplido tareas
fundamentales para la vida, para la supervivencia personal y colectiva. Si las
artes fueran un lujo o un capricho para privilegiados, no habrían formado parte
de todas las culturas humanas, en todas las épocas, en todos los lugares. Es en
momentos de máxima gravedad cuando nos damos cuenta, cuando lo recordamos si lo
supimos y se nos había olvidado. Necesitamos las artes para que nos expliquen
el mundo y para que nos alejen del mundo, para saber lo más posible sobre la
realidad inmediata y para escaparnos y consolarnos de ella.
Escucho una crónica en la radio sobre los médicos desbordados en un
hospital, leo un ensayo en el periódico y me entero de los mecanismos de
contagio del virus y hasta de su extraña naturaleza biológica. Pero un poco
después, igual que he necesitado el alimento de la información, necesito
también cobijarme temporalmente de ella, o asomarme a lo real a través de la
perspectiva de una película o de una novela, o acogerme al consuelo, al efecto
casi terapéutico de serenidad y armonía de una cierta música, a su afirmación
del todo física y del todo espiritual de entusiasmo y arrebato.
[...] En los hospitales hay ancianos que mueren en soledad ahogados por la
neumonía y médicos y enfermeras que trabajan hasta caer agotados y tienen que
protegerse con bolsas de plástico por falta de material sanitario. Ahora mismo
la tarea principal de la imaginación es abarcar la magnitud devoradora del
desastre.
[Rosalía, la cantante, en confinamiento]
“[...] Siempre me gusta estar haciendo cosas y
estar activa. Y es verdad que esto me ha obligado a frenar de golpe. Intento
verle la parte positiva a todo, aunque hay días que no me sale. A veces, echo
mucho de menos a mi familia. Y estar activa. No me gusta quedarme en casa, sino
estar en la calle, en movimiento, yendo para arriba y para abajo. Pero sé que
ahora uno tiene que frenar y ver que el contexto es distinto. Intento verle la
parte positiva y pienso que frenar también puede ser positivo. Me ayuda a
reflexionar y me obliga a replantearme cosas. [...]Creo que el aislamiento a
veces es positivo para el proceso creativo. Incluso a lo mejor ahora estamos
todos tan aislados que parece que queremos hacer cosas con otros, más en
comunión, pero creo que viene bien para reflexionar. Me planteo cosas para el
futuro en estos días, pero al mismo tiempo intento estar activa y hacer música.
Aquí, en esta casa, tengo una pequeña habitación donde hay un miniteclado, un
micro, una tarjeta de sonido, un ordenador… y con eso ya tiro para escribir y
tener ideas”.
“La hipótesis
telemática”
Cierran las escuelas y los institutos. Es tan evidente que la enseñanza no
se puede evaporar de repente como que no estábamos del todo preparados para
afrontarla continuidad de la fase obligatoria por vía telemática. Empiezan a
ponerse problemas sobre el tapete: la más señalada, la llamada brecha digital,
porque dejaba de lado, una vez más, al alumnado más vulnerable, el que no tiene
acceso a los contenidos digitales por una razón económica. En algunos lugares,
se quiere dar una imagen ficticia de normalidad: los alumnos se encuentran con
montañas de deberes o actividades que no saben cómo resolver. [...]
Sin embargo, fingir que es posible improvisar una programación y una agenda
virtuales de la noche a la mañana es un grave error. El resultado ha sido una
continuidad confusa y muy desigual, aunque no se ha dado una interrupción
indeseable. Mientras algunos alumnos realizan tareas durante diez horas, en
otros centros el control ha sido mucho más laxo. Sin embargo, ¿es control lo
que necesitamos? ¿O más bien un acompañamiento emocional acompañado de tareas
no evaluables, que es lo que se ha recomendado en Cataluña? Hay quien ve en
esta situación una ocasión oportuna para impulsar el cambio pedagógico, que
prescinda de las notas y del vector disciplinario. La clave de todo era
mantener la comunicación directa con el alumnado, y diseñar actividades
creativas que ni causaran sensación de rutina ni se convirtieran en un
simulacro: la continuidad es imposible cuando la cadena presencial se ha roto.
“Estudar na casa
non é igual para todos”
Os rapaces máis desfavorecidos carecen dos medios informáticos necesarios
ou da suficiente competencia dixital, pero sobre todo non teñen na casa as
orientacións e incluso as clases, coas que si contan outros compañeiros. Paliar
na medida do posible esta discriminación require, ademais da dotación urxente
deses medios materiais, dun profesorado moi implicado que apoie, coa atención
individualizada máis viable (correo electrónico, teléfono, videochat...), a
aqueles alumnos que non conten con axuda na casa e que teñan dúbidas tanto de
manexo informático como dos propios contidos académicos. En calquera caso a
Administración debe ser moi rigorosa na toma de decisións cara a este último
trimestre do curso. Se a actividade académica presencial non volve axiña á normalidade,
non debería continuarse coa programación didáctica prevista e tampouco realizar
probas de avaliación. O sistema non está preparado aínda para un ensino regrado
telemático, co que resultaría imposible garantir unha igualdade de condicións
nas moitas tarefas a realizar e sairían moi prexudicados os alumnos peor
situados.
[...] A flexibilidade será imprescindible, pero hai que ter moito coidado para
que non ocasione inxustizas, moi difíciles logo de reparar. [...]
“Os nenos na casa”
“Nunha aula podemos atender 70 ou 100 alumnos (na universidade), arredor de
25 nos primeiros niveis de ensino, mais na situación actual cada xestión se
individualiza, cada consulta presenta unha casuística distinta, as demandas
veñen personalizadas e así deben ser atendidas. Iso sen contar a frustración de
non dar conta do traballo e o apoio psicolóxico (e pedagóxico) ás familias,
pois cada casa é un mundo. Hai oficios que non poden valorarse con criterios
cuantitativos. Os nenos son o gran capital sobre os que habemos de construir o
futuro. Tamén é certo que encerrados durante dúas semanas nun piso de 70 m2
tamén poden ser un polvorín”.
“Gran Hermano nacional”
[...] Y no nos engañemos, para un niño lo mejor del mundo, aunque haya una
pandemia, es ¡no ir al colegio! No es muy correcto decirlo, pero en este
momento de anarquía puede colar. No tendrán clase, pero esto es muy educativo,
una lección de vida. De todo lo dramático que hay, quizá sea lo menos. Creo que
dijo Bertrand Russell: “Tuve una estupenda educación que se interrumpió el día
que me mandaron a la escuela”. Algunos de mis amigos repitieron curso y son
físicos, ingenieros, artistas. Algunos de los mejores periodistas que conozco
ni fueron a la universidad y te dan mil vueltas. Y todos conocemos gente que se
ha reinventado con algo que no ha estudiado. ¿Qué huella dejará este periodo en
los chavales? Saldrá una generación interesante. Si lo hacemos bien, no
descartemos que en el futuro quieran jugar a la cuarentena, encerrarse en casa
todos juntos.
Lo interesante ahora está en nuestras casas. Bajo esta aplastante rutina
corren días únicos. [...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario