Sobre la enseñanza:
[...] No dudo de que la crisis actual, que ha puesto al servicio de los
profesores la enseñanza telemática,
despierta tentaciones cuyo cumplimiento devaluaría
el espíritu de la educación. Además, no tenemos suficientes profesores, no
hay suficiente financiación, no se presta atención a la escuela. El
neoliberalismo ha mirado para otro lado cuando ha tenido que ocuparse de los
dos pilares de la dignidad.
En los recortes salvajes que
dañaron a los hospitales, donde no hay sitio ni medios para las urgencias.
Invertir en sanidad e instrucción da un impulso económico enorme a los países.
Miremos a Estados Unidos: qué hace la gente para sobrevivir donde la sanidad
privada es prácticamente el único recurso, donde un test cuesta más de 2.000
dólares, de modo que serán los ricos los únicos que se sientan seguros y
millones de pobres contagiados no podrán ser curados porque no tendrán
asistencia sanitaria.
[...] Hay un conflicto
entre las razones económicas y las
razones de la vida. Produce horror el discurso de Boris Johnson, el premier
inglés. Dijo al principio que el virus provocaría muchas muertes y al fin la
población se quedaría inmunizada… ¡Una selección natural darwiniana! ¡Los
débiles se mueren y los fuertes sobreviven! La idea de Johnson era la de la
inmunidad del rebaño, rebatida desde la ciencia. Una selección de la raza. Como
el nazismo.
[...] Si queremos dar un giro y atesorar lo aprendido no debemos olvidar los
males que de antiguo afligen a la humanidad. La lucha es entre la memoria y el olvido. Y para ello nos
sirve la literatura, que tiene una función profética y nos enseña
sobre el pasado. Se lee a Boccaccio, a Saramago, a Camus, sobre
las epidemias. Leyéndolos entiendes el miedo, la soledad, la impotencia ante un
enemigo invisible, el tema del chivo expiatorio, el sufrimiento, la pérdida de
la libertad, la ciudad fantasma…
[...] Cuando las escuelas y las universidades
están cerradas, cuando la
relación con los estudiantes se desmorona, no tenemos más elección que utilizar
los medios, las clases a distancia, para mantenerla viva la relación con
nuestros estudiantes. Pero atisbo un peligro: debemos estar presentes y luchar, hacer que se oiga nuestra voz. Algunos rectores de universidades
están diciendo que esta no es la crisis, sino el futuro de la educación. La
auténtica lección es la que se da en las aulas, la experiencia humana que tenemos
los profesores y los estudiantes juntos. Un ordenador nunca cambiará la
vida de un estudiante, pero la palabra de un profesor puede cambiar la vida de
un muchacho. [...]
Sobre el papel del
profesorado:
La tarea principal del
profesor debería ser estudiar y enseñar. Pero hoy se dedican a participar en reuniones,
rellenar formularios y pasar la jornada discutiendo de cosas estúpidas, carecen
de tiempo para estudiar y enseñar. Si
los profesores no enseñan con pasión y se convierten en burócratas estamos
destruyendo el futuro de la humanidad. Los jóvenes tienen una pequeña llama en
su corazón y si no la alimentamos mediante la cultura se inflamará por cosas
negativas como el racismo o el antisemitismo, que van en aumento. Un
profesor que no prepara sus clases comete un crimen, mata esa pequeña llama que
está en el corazón de cada joven. Como dice George Steiner, una enseñanza de
mala calidad es, casi literalmente, un asesinato. Al contrario de lo que se
piensa hoy, la buena escuela no la hacen los ordenadores, las
tabletas o las pizarras digitales, sino exclusivamente los buenos profesores.
Cuando Camus ganó el Nobel pensó en dos personas, su madre y su profesor,
porque este le cambió la vida. Si la escuela no cambia la vida de los
estudiantes fracasa en su misión. Cambiar su vida significa que se conviertan
en ciudadanos que razonan de forma autónoma, capaces de decir no, herejes en el
sentido etimológico, alguien que no acepta el dogma y el pensamiento único.
Ahora los dogmas son el consumismo, el conformismo y el utilitarismo.
Sobre el papel de la escuela:
[Hoy] todo está dirigido al mercado. El mercado
es la estrella polar que orienta todas las leyes, las reformas. Es una locura
terrible.
Porque el origen etimológico de la palabra escuela es σχολή (scholé), hacer
una cosa que no es útil. Es el tiempo del hombre libre, que no tiene que
ver con el negocio, con los beneficios. No
se estudia para la productividad sino para el espíritu. Hoy la escuela es
una plataforma de formar a los jóvenes para que sean consumistas, para que
quieran siempre más, lo último.
[Esta adicción tiene el efecto de
normalizarlos, porque todos quieren tener lo que quieren y tienen los demás.] Exacto.
Y el trabajo de la escuela es
precisamente el contrario, es formar a los jóvenes para que sean heréticos.
Y la raíz de la herejía es el latín hereticus, que significa opción. El herético es la persona que puede elegir,
que es capaz de no aceptar el dogma. La que puede pensar algo distinto de
lo que piensan los demás. El herético es
el que vive siempre fuera del pensamiento único.
[...] Y el problema no es el medio, es la
relación con el medio. Si
el medio se pone al servicio de los estudiantes, entonces es bueno. Pero cuando
son los estudiantes los que se ponen al servicio del medio, entonces no es
bueno. Es una droga, una adicción. Cuando les pido a mis estudiantes que
apaguen sus móviles, los chicos se quedan blancos. Porque hay una idea de que
sin conexión no existes. Y luego está Facebook y la banalización de las
relaciones humanas. La amistad como un click. Yo digo que si a los 90 años
tienes tres amigos, eres un hombre afortunado.
[...] si los
lugares [la universidad y por extensión la escuela] que tienen que luchar contra estas cosas son los que favorecen estas
cosas, no hay salvación posible. Las universidades deben ser lugares de
resistencia. Por eso creo que la
idea globalizada de la escuela conectada, de las tablets en lugar de libros, es
una locura. La buena escuela la
hacen solo los buenos profesores. Solo
un buen profesor puede cambiar la vida de los estudiantes. [...]