Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

17.6.20

Carta a una profesora


Mi querida profesora: Verás, si te escribo desde esta página es porque si estoy “aquí”, en parte, es gracias a ti.

No, nunca fui tu mejor alumna, seguro que recuerdas a muchas otras más aplicadas que yo, pero puede que vieras algo especial en mí y ese “algo” te llevara a guiarme por los entresijos de la Literatura hasta convertirla en mi asignatura favorita.

No es que me pusieras “buenas notas”, la verdad es que nunca me diste un sobresaliente, pero sí lograste que me esforzara en la lectura de los libros que nos mandabas leer para luego resumirlos en “comentarios de texto”. No sé si los bachilleres de hoy continúan haciendo comentarios de texto, pero para mí fue una fuente de aprendizaje desbrozar la esencia de obras como El Lazarillo de Tormes Don Quijote… Fuenteovejuna… La vida es sueño… Niebla… Campos de Castilla… La Regenta

Todavía recuerdo cómo torciste el gesto cuando un lunes por la mañana te entregue el comentario sobre las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. Andaría por los 13 o 14 años y no debí de poner demasiado entusiasmo en aquel trabajo porque no solo me lo hiciste repetir, sino que, previamente, pusiste todo el empeño en descubrirme la profundidad trágica de esos versos.
Sabes, con el paso del tiempo me he dado cuenta de que para ser un buen maestro te tiene que apasionar lo que vas a enseñar, y a ti se te iluminaba la mirada cuando, subida en el estrado de espaldas a la pizarra, nos hablabas de Cervantes, Lope, Calderón, Valle-Inclán, Lorca o Unamuno con un entusiasmo tal que parecía que fueran tus mejores amigos.

Pero a pesar de lo mucho que me gustaba tu asignatura, no había pensado en dedicarme a nada que tuviera que ver con las “letras”. En el último año de bachillerato recuerdo que me preguntaste qué pensaba hacer cuando dejara el colegio, y muy seria te dije que me gustaría hacer del ballet mi profesión, pero que en casa no me lo iban a permitir, así que lo mismo optaba por estudiar Química o Física. Aún recuerdo tus carcajadas y lo que me dijiste: “¡Pero cómo vas a estudiar Química o Física si has hecho el bachillerato de Letras precisamente porque estas asignaturas te costaba aprobarlas!… A ti lo que se te da bien es escribir”.

Me quedé atónita, era la primera vez que me decías que se me daba bien escribir, y mira por dónde te hice caso y aquí estoy escribiéndote desde está página a la que me han invitado porque me dedico al oficio de contar historias. Te confesaré un secreto: cada vez que publico un libro me pregunto si lo leerás y, sobre todo, qué nota me pondrás… Te aseguro que, viniendo de ti, me conformo con un aprobado. ¡Ojalá!

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