Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

3.11.13

Salamanca: ¡más que una ruta literaria! (III)

LEYENDAS

Pozo amarillo: hacia la Plaza del Mercado
Su nombre está asociado a uno de tantos de los milagros del patrón salmantino, San Juan de Sahagún. Narran las crónicas de la época, que una madre gritaba y lloraba desconsoladamente porque su hijo había caído en un profundo y angosto pozo de donde no podía salir. Ante el griterío y los lamentos, el fraile agustino que paseaba por allí, acude a la boca del pozo y, al ver la escena, desata el cíngulo de su hábito y lo introduce en el pozo consiguiendo que el nivel de las aguas ascienda hasta la superficie con el niño a flote.  La madre sólo tuvo que extender sus brazos y recoger a su hijo sano y salvo. 

Para el recuerdo, justo encima del antiguo pozo se encuentra un relieve con la leyenda e imagen del momento. 

Casa de las Conchas
Cuenta la leyenda que debajo de una de las conchas de la fachada hay una moneda de oro. 

Calle Tentenecio
Cuenta la leyenda que un día se escapó un toro bravo por las calles de Salamanca sembrando el pánico entre los ciudadanos. San Juan de Sahagún, patrón de la ciudad, que paseaba, se encontró de bruces con el animal y le dijo: "Tente, necio". El toro se paró y quedó manso. 

En honor a este episodio, la calle donde esto ocurrió, lleva el nombre de Tentenecio.


Leyenda del Lunes de Aguas
El Lunes de Aguas es un día muy típico en Salamanca, en el que todo el mundo sale al campo a comer el hornazo. Esta costumbre se remonta  al S.XVI, momento en el que Felipe II dicta unas normas por las que, durante la cuaresma y Semana Santa, las prostitutas de la ciudad, habían de abandonar Salamanca para salvaguardar la moral y las buenas costumbres cristianas. Para cumplir con el mandato, cruzaban al otro lado del río y quedaban bajo la custodia de un clérigo, conocido popularmente como el Padre Putas, hasta el lunes siguiente al lunes de Pascua, momento en el que volvían a la ciudad atravesando de nuevo el río en barcas. La vuelta era motivo de fiesta entre los estudiantes, que se acercaban al río a recibir a las muchachas con bebida y hornazo.

Hoy en día, como es de suponer, ya no se echa a las prostitutas de la ciudad, pero aunque el motivo principal haya desaparecido, los salmantinos siguen celebrando una tarde de merienda con hornazo a orillas del Tormes.


Cueva de Salamanca
Cuenta la leyenda que el Diablo en persona impartía clases de nigromancia y esoterismo en esta Cueva, sita en la Cuesta de Carvajal, a grupos de siete estudiantes durante siete años. Al concluir los estudios uno de los estudiantes, elegido por sorteo, había de quedar al servicio del demonio como pago a sus enseñanzas. El Marqués de Villena fue uno de los elegidos. Consiguió huir con vida, aunque en su huida perdió la sombra, lo que le hizo quedar señalado como seguidor de Satanás.



Leyenda de María la Brava
En el S.XV Salamanca estaba dividida en dos bandos que continuamente tenían cruentos enfrentamientos: el de San Benito y el de Santo Tomé. En una de esas luchas, los dos hijos de María de Monroy, del Bando de Santo Tomé, fueron asesinados. Cuenta la leyenda que Doña María persiguió a los asesinos hasta Portugal, donde los mató y decapitó, volviendo a Salamanca con las cabezas, para arrojarlas a la tumba de sus hijos. Desde entonces fue conocida como María "la Brava".

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