Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

3.11.13

A los santos y a los difuntos


En noviembre no sé cuántos titulares de periódico anuncian, a un precio módico, los duelos, lutos y llantos de los muertos y los santos. Porque el frío del otoño, la nostalgia o el demonio que nos tienen prometido desenchufan el latido del anciano y del retoño.

Y no sé si se dan cuenta que, en otoño, los diarios llenan los obituarios. Que la muerte amarillenta no rebaja ni una venta. Que hace guardia en las aceras. Que pasta en las carreteras. Que riega con lotería las plantas de oncología y que vive en las afueras. Una muerte entretenida que llega sin avisar, una muerte militar, una muerte conocida, prima hermana de la vida. Muerte azul, sin envoltorio, que no falta a un velatorio con su ramo de medusas. Muerte en punto, sin excusas. Muerte gris, de ambulatorio, que cuando elige el momento ya no hay truco ni gimnasia ni disculpa ni eutanasia que nos libre del evento de pasar, rápido o lento, al desván de la memoria. Que así se ha escrito la historia de los vivos y los muertos que con los ojos abiertos han pasado a mejor gloria. Y al hilo de esta verdad, y si los datos son ciertos, hace días los expertos en datos de ancianidad calculaban por la edad de los adultos mayores que en tres décadas, señores y público en general, esta ciudad cultural se llenará de mayores.
Ahora entiendo el interés de todos los consistorios en construir tanatorios con cristales de pavés a la sombra de un ciprés. Y a la muerte y a su imperio darle un nuevo cementerio, que un golpe, según Machado, de ataúd sobre mojado es perfectamente serio. 
Hoy me ha dicho de este asunto un primo sepulturero que en enero y en febrero, con la pala siempre a punto para atender al difunto, se pasa las horas muertas con las manos bien despiertas, en medio del camposanto, bendiciendo con su llanto las tumbas que están abiertas. Morir en otoño. Raúl Vacas




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