Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

11.11.13

Salamanca, de la mano de un poeta (IV)


Callejero

Hoy paseo por la Plaza de la Fuente y veo que las cabinas aún están forradas con anuncios de pisos de alquiler sin contrato. Recuerdo entonces a Raquel, Ángela, María y Max que siempre quisieron vivir en la calle Bientocadas y hace años rastreaban los portales de esa zona en busca de algún piso.
Y recuerdo también la casa de Paqui, en la calle Traviesa, donde hicimos más de una travesura literaria.
A mí, en cambio, me gustaría vivir en la plaza del Ahorro o en la calle Compañía, pero me tocó en suerte vivir cerca del paseo del Rollo.
Quizá algún día viva en la calle del Limón, cerca de Viki; o en la calles del Aire o Dos Encinas; o en la plaza del Jilguero; o en Zamora, junto a Elena, que me llevaba y traía por la calle de la Amargura.
A veces la vida y el callejero coinciden y uno vive en la calle de su historia. Como Déborah, que trabajó con niños en Chiapas y vivió en la calle Guerrilleros; o Miguel, que hasta encontrar novia vivió en la calle Soledad y cuando la perdió (la novia) y cambió de piso no encontró alquiler en la calle Consuelo ni en el paseo del Desengaño.
Qué hermoso sería para un excarcelado vivir en la plaza de la Libertad. Para un alumno de primer curso vivir en la calle Licenciados. Para un amante del vino en las calles Lagar, Bodegones o La Viña. Para un niño en la calle Recreo. Para un egoísta en la calle Santa Rita. Para dos novios enfadados en la calle Las Paces o la calle El Perdón.
Qué duro para un suspenso vivir en la calle de la Fe. Para un balsero en la calle Cuba. Para un ciego en la calle de la Luz. Para un feo en la calle Espejo. Para un adicto al parchís en la calle Oca. Para un anciano en las calles Gurruminas, Raspagatos y Sordolodo que ya no existen. Para un enterrador en la calle Marmolistas y ser vecino de Pedro y Pablo. Para un pescador vivir en la calle Carniceros o para un aficionado al saxofón en la Calle Silencio junto a la casa de los frailes claretianos.
Y qué escándalo sería vivir en la calle Galileo y que toda mi vida girara en torno a ti. O en la Plaza de los Gascones y ser tu Cyrano y empañar tus ojos cada noche con el vaho de mis versos. O en la calle Santa Bárbara y acordarme de ti cuando truena. O en la calle Trébol y compartir contigo la suerte de mis cuatro hojas. O en la calle Orégano, junto a un monte.
Pasa la mañana. Me detengo un instante en la calle Mediodía. Miro el reloj. Me pita un coche. Será mejor que me calle. Raúl Vacas
(Publicado en Salamanca Radiotelevisión, 09/11/13)


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