Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

8.12.13

Mal educados



Hemos sido muy mal educados. […] nosotros fuimos peor educados, porque la lectura no era una prioridad en la escuela […] Qué suerte leer. […] Leer para entender. Para saber más, pero no necesariamente para saber más que otros, sino para entender a los otros. [David] Grossman [escritor israelí] dijo que leyendo al otro aprendes a ayudarle a estar cerca de ti, aunque sea tu enemigo, y él sabe de qué habla, pues vive allí donde la tierra, el agua, el aire, se disputa sin tregua y sin ánimo de reconciliación. Él trabaja, desde la palabra escrita, desde la lectura y desde sus libros, a favor de que un día ese infierno sea un lugar común de la tierra.
Leer es una suerte y una obligación; los que mandan en los países la deben asumir como una de las tareas prioritarias de su función pública. En nuestro país, por ejemplo, los sucesivos ministros de Educación, y ahora el último de ellos, José Ignacio Wert, suelen llevarse las manos a la cabeza ante nuestra mala nota en el Informe PISA. Después de ponerse las manos en la cabeza deberían ponerse manos a la obra: la madre del saber es la lectura, ahí está el prolegómeno decisivo de la vida; y no solo en leer, en pasar una página tras otra, sino en la enseñanza de la lectura, en el comentario de texto, el instrumento esencial para que el entusiasmo de leer sea el entusiasmo de saber. […] México está como nosotros en PISA; esta no es la liga de fútbol de las naciones que leen más o menos. Basta que un individuo no sepa que leer es el principio básico de la vida para que un país se considere fracasado. Y el nuestro tiene demasiados millones de fracasos. Pongan manos a la obra, rescaten el libro de ese puesto efímero en el que los políticos lo colocan cuando piensan en el inquietante futuro.
(Juan Cruz, El País, 08-12-13)


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