Página de aula de lengua y literatura de Educación Secundaria

Los que no somos gigantes -la gran mayoría de los seres humanos- tenemos que ir supliendo nuestras carencias a base de esfuerzo y de ir ingeniándonoslas en muchos aspectos. De qué manera y en qué dirección, cada uno va supliendo sus propias carencias, eso dependerá ya del gusto y las particularidades de cada cual. Si investigaba en los ámbitos que me interesaban a mi ritmo y a mi gusto, asimilaba técnicas y conocimientos de un modo extremadamente eficaz (1)

Espero que esta carpetadelc te ayude a crear tu propio recorrido.

(1) Adaptado de De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki MURAKAMI

8.12.13

Felicidad clandestina

Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.

No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.

Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.

Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía Las travesuras de Naricita, de Monteiro Lobato.

Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.

Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.

Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.

Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.

Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.

Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió al fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!

Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena, le ordenó a su hija:
-Vas a prestar ahora mismo ese libro.
Y a mí:
-Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras. ¿Entendido?

Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quieras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.

¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.

A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.

Vía: el diario.es

12 comentarios:

  1. Mi valoración, sería un 6,el relato no ha estado nada mal,me gusta su contenido.Como la autora , Clarice Lispector expresa ese amor a los libros que siente la protagonista,pero el relato no me atrae mucho.Me sorprende ese interes de la protagonista por ese libro.

    ResponderEliminar
  2. La verdad que esta vez me ha gustado más que la primera vez que lo he leído, porque he prestado más atención en aquellas partes que la primera vez no había entendido. Para mí este texto refleja la maldad de la chica, porque teniendo tantos libros como tenía me parece muy egoísta que no se lo dejara por voluntad propia y que se lo tuviera que dejar su madre. Lo valoro en un 9.

    ResponderEliminar
  3. Este relato estuvo muy bien, Lo que mas me gustó fue que trata sobre la envidia y la venganza.También me llamo la atención las ganas que tenia esa niña por leer ese libro, le hacía feliz, era lo que mas quería en ese momento, y ella no se rendía, siempre iba a por el, con la esperanza de que se lo prestará, pero seguidamente,día tras día se iba desilusionada y sin el libro.

    En ese relato sale una frase que me encanta, esa frase dice : ''No era más que una niña con su libro,era una mujer con su amante''.
    Me gustó porque quiere decir que el amante para una mujer es lo prohibido, y para ella su amante era ese libro, para ella leerlo era también lo prohibido, ya que ella lo escondía, lo encontraba, lo leía poco a poco,resumiendo, lo leía en secreto. Esa frase si la miras por otro lado también quiere indicar el paso de una niña a una mujer.

    Yo a este relato le daría un ocho, porque aunque se me hizo algo repetitivo, me encantó.



    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado este relato, pero no actuaría igual que la protagonista, una vez que consiguiera el libro, me pondría a ojearlo hasta acabar leyéndolo. Tampoco entiendo lo que quería hacer la otra chica del texto con no prestarle el libro a la protagonista. si yo tuviera que valorar este texto, con un 7 o un 8 le bastaría, ya que he leído muchos textos como este, que intenta decirnos que leamos más.

    ResponderEliminar
  5. A este relato le doi un 3 ya que no me atrajo mucho.Solo destaco la pasión de la niña por la lectura que iba todos los días a casa de la otra niña hasta que consiguió su propósito:el libro.Manuel Castro Agís 1B nº3.

    ResponderEliminar
  6. Me sorprendió ese final, porque es inesperado, yo pensé que cuando le dieran el libro iba a empezar a leerlo ya, pero no fue así. Para mí este libro recibe un 9 porque redacta muy bien y te enseña muchas cosas como que si tienes algo no lo aprovechas pero en cuanto te falta o no lo puedes tener lo aprovechas mucho más. Aunque tiene que intentar usar palabras para llamar la atención e intentar “engancharnos”.

    ResponderEliminar
  7. Este libro, en una escala del uno al diez, lo valoro con un ocho porque me encanta y me atrae como se expresa al escribir la autora. Uno de los temas que más me impactó fue que la niña, teniendo un padre como dueño de una librería, fuera tan avariciosa y cruel no dejando ni regalando por cumpleaños libros a sus amigos y compañeros de clase.

    ResponderEliminar
  8. Mi valoración es un 7. Me parece interesante ver como la niña que amaba la lectura y no tenía recursos para conseguir el libro que tanto quería leer, a pesar del egoísmo de la otra niña que tenía el libro y no quería dejárselo, siguió intentándolo hasta conseguir que, por medio de la madre de la niña, se lo dejar, consiguiendo lo que tanto deseaba, leer ese libro. Me gusta el relato porque nos enseña a ser perseverantes y con educación y paciencia conseguir lo que deseamos. Aldara Montes Otero 1ºC.

    ResponderEliminar
  9. Me sorprendió ese final, porque es inesperado, yo creía que cuando le dieran el libro iba a empezar a leerlo de inmediato, pero no fue así. Para mí este libro recibe un 9 porque redacta bien, te expresa sentimientos… y te enseña muchas cosas como que cuando tienes algo no lo aprovechas o no le das importancia pero en cuanto te falta o no lo puedes tener lo quieres. Pero para mí tiene un defecto, tiene que utilizar palabras “especiales” para llamar la atención e intentar “engancharnos”.
    Uxía Álvarez Andújar 1ºC Nº4

    ResponderEliminar
  10. Mi valoración, sería un 6,el relato no ha estado nada mal,me gusta su contenido.Como la autora , Clarice Lispector expresa ese amor a los libros que siente la protagonista,pero el relato no me atrae mucho.Me sorprende ese interes de la protagonista por ese libro .Iria Lema Vidal.1ºC

    ResponderEliminar
  11. Me pareció raro lo que hace la protagonista para conseguir un libro. Y cuando lo consigue, que le guste leerlo a hurtadillas. Pero es interesante como lo describe la autora, con mucho detalle a los personajes y las cosas que pasan. Lo valoro con un 6. Nerea García González 1ºC ESO

    ResponderEliminar
  12. Este relato causa en mí reacciones contrarias. Por un lado entiendo la paciencia de la niña por querer conseguir el libro yendo un día sí y el siguinte también a buscarlo. Pero por otra parte no entiendo que una vez que le da el libro, la niña no se inmuta y hace que no lo tiene. Yo no reaccionaría así.
    Uxía Martínez 1ºC

    ResponderEliminar